jueves, 30 de julio de 2009
lunes, 27 de julio de 2009
miércoles, 22 de julio de 2009
Lluvialiteradazul
llueve la lluvia mi pasillo verde•
Llueven las gotas en redondos remolinos, en enredados ramos•
Planean plenas de luz,
vuelan sobre el vuelo de mi techo,
chocan con hojas y ramajes con ruido de aplausos y de besos•
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domingo, 19 de julio de 2009
jueves, 16 de julio de 2009
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domingo, 12 de julio de 2009
La partida (cuentos de Lila, XIII)
Me siento en mi cuarto azul con mi cuaderno rojo para escribir sobre Lila, pero Lila no aparece. Hace tiempo que no sé de ella. Nunca más la ví desde aquella mañana de abril fulgurante en la playa. Presiento que algo pasó ese día. Creo que me reconoció. Lo escuché en el grito de su mirada cruzándose con la mía.
Hasta hoy, probé todos los ritos y conjuros posibles para encontrarla.
Caminé una y mil veces mi pasillo verde, perfumé mi cocina de vainilla y de limón, y la casa entera de sándalo y canela. Armé origamipájaros de papel marrón, y salí con mi bolso en bandolera a enredarme en las veredas de hojas aleteantes de este otoñoinvierno. Intenté oír su voz en las charlas con amigos y entre los libros que Ignacio dejó en mi biblioteca. Pedí que Nina sonara incansable, pero tampoco la escuché cantar con ella con su voz de campanas.
Tampoco volví a cruzarla en los pasillos de nuestro lugar de trabajo ni en la parada del colectivo, a la hora en que la luna se despide.
Una sola vez, hace de ésto apenas una semana, creí escucharla en la librería donde yo buscaba “Las simetrías viscerales”, de Jeannette Winterson, pidiendo “La vida de los caracoles", de (*, o A, ya no recuerdo este detalle; pero cuando levanté la vista sólo estábamos los libros y yo, y algunas personas silenciosas que tomaban café.
Entonces, trato de escribir que Lila duerme entre pinos y violetas; o que el aire huele a jazmines; pero no sirve como conjuro.
Entonces, pienso, supongo, que aquel día de arena y mar, cuando la ví desde mi roca a diez pasos de la orilla susurrándole a un caracol palabras que el viento me negó atrapar, Lila reencontró un recuerdo anhelado y se fue con él.
Entonces, pienso, supongo, que si la suelto, así, tal vez, algún día volverá.
Levanto la vista y miro mi ventana brillante de grisinvierno, y me encuentro con los ojos amarillos de un gato plateado que en estos días ronda mi casa.
Entonces escribo: La última vez que la ví, Lila caminaba hacia el puerto, con su gato en brazos, su bolso en bandolera y un pañuelo azul turquesa besándole el cuello.
a (* y su Luna de Papel, por escribir "La vida de los Caracoles".
foto* Anabella González
viernes, 10 de julio de 2009
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martes, 7 de julio de 2009
Siempre las palabras
son (la)
huella de mi nombre
som(bras) de estrellas
(siem)bra húmeda
estallando en el alba
a(pre)tada de sol
mis (pa)sos
son (la)
(bras)a ancestral
de mi sonido futuro
(LA)
(BRAS)
(SIEM)
(PRE)
(PA)
(LA)
sonoras palabras
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viernes, 3 de julio de 2009
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Es tan profunda/ la tristeza/ que clausuró las ventanas.
Es tan desmedida/ la tristeza/ que cerró las estrellas de los ojos y la luna de la boca.
Es tan desmesurada/ la tristeza/ que cambió el sonido por el ruido, la caricia por el hielo, la paz por la locura.
Es tan insana/ la tristeza/ que horadó de pozos el camino hacia la casa.