miércoles, 25 de abril de 2012

sobre la casa (II)*




la casa está sola
la casa me sueña
la casa me sueña
ruina y árbol,
memoria y olvido.
la casa está sola
en el desconcierto
de los días,
en la sinsombra
del presente inmóvil y feroz





miércoles, 18 de abril de 2012

*





la noche se multiplica
en el espejo y mi voz se 
astilla en el aborto del grito.
condenada a mí misma
golpeo las puertas y salgo.
la calle no es calle,
es un río turbio que se vacía en
el borde del mundo al que
no llego porque se aleja y se esfuma.
desmesura de mí
la que hoy me ahoga.


(soñé con un tren atravesando la noche profunda)*



.


sobre la casa (I)*



es de agua la casa.
peces azules hilan el 
pasado en las ventanas y
tejen un árbol del que
vuelan los amores y las noches,
las guerras y los días.
es de agua la casa*





lunes, 9 de abril de 2012

*


corté los últimos jazmines
en la luz
de la mañana espléndida.
y era verano


entonces me iré.
siempre me estoy yendo

para que ya no duela,
para poder volver*




martes, 3 de abril de 2012

la siesta de moiré*



Moiré duerme en mi cama. Moiré duerme en mi cama después de dos horas de saltos, revolcones y carcajadas. Duerme la siesta en mi cama, porque hoy es feriado y está pasando el día en casa.
Se durmió después de contar más de mil veces sus más de mil versiones de Caperucita Roja. En la de hoy, Caperucita iba a la playa conmigo y el lobo, llevaba mi canasta con el mate y "se cayó de culo en la arena". Después me escuchó leer "El penal más largo del mundo", de Soriano, que  prepararo para mi clase de mañana. Su pregunta  "Silvia, cuándo das vuelta la hoja?" me causó tanta gracia que fueron otra vez las carcajadas y chau al sueño. Y por fin canté. Y se durmió.
Ahora, mientras duerme, pienso si recordará este día cuando crezca. Pienso qué recordará de mí, y cómo me recordará. Pienso que, tal vez, me recuerde en la cocina con la luz de otoño alumbrando la ventana, como yo veo a mi abuela. O, tal vez, sea la abuela que  escuchaba Radiohead y Bach, llevaba dos aros en una oreja y un piercing en la otra, y tenía una biblioteca en cada habitación, bibliotecas con libros misteriosos que no podían tocarse y otros que sí, llenos de dibujos y letras grandes.
Y mientras ella duerme y yo pienso, la ternura crece desmedida y teje una red cálida que me atrapa y me envuelve y me pone en un nido. Y en este nido lloraré, lloraré caricia y alegría, hasta que Moiré despierte.





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