A las seis horas de una mañana cualquiera, Lila abrió los ojos. Había soñado con un hombre azul que leía poesía.
Mientras cerraba sueños y abría ventanas, Lila recordó otra mañana, lunar, en la que volaron pájaros de papel de libro (de papel de libro de Omán), y el olor de la canela había templado el aire sobre los cercos tintineantes de jazmín.
Cuando salió a la calle una hora después, su bolso cruzado en bandolera, caminaban con ella los signos y señales que habían sabido acompañarla.
Dobló la esquina y cruzó la plaza, todavía casi nocturna. Caminaba tras ella un hombre azul. Llevaba en su mano un libro de poesía.
pintura* Aquellos pájaros, óleo sobre papel. Vico Gonz
Mientras cerraba sueños y abría ventanas, Lila recordó otra mañana, lunar, en la que volaron pájaros de papel de libro (de papel de libro de Omán), y el olor de la canela había templado el aire sobre los cercos tintineantes de jazmín.
Cuando salió a la calle una hora después, su bolso cruzado en bandolera, caminaban con ella los signos y señales que habían sabido acompañarla.
Dobló la esquina y cruzó la plaza, todavía casi nocturna. Caminaba tras ella un hombre azul. Llevaba en su mano un libro de poesía.
pintura* Aquellos pájaros, óleo sobre papel. Vico Gonz