A la Maga no le gustaba esperar, pero igual esperaba. Ya se lo había dicho Carola unos días atrás, entre mate y mate.
Por eso ella, ese día, había decidido esperar, como supuso lo haría la Maga; caminando, primero, la arboleda encerrada [las dos] entre la niebla, y sentándose en la estación, después, entre las caras sin cara de la gente.
Igual sabía, como la Maga, que así el juego no valía, aunque lo esperado fuese un fantasma entrevisto en la bruma imposible.
en este
día gris
no se puede
jugar
sólo esperar
o caminar
la
Maga
se
alejó
por la
ciudad
de
tiza
foto* CeleS!