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cerraste los postigos de
mi casa (la mía, no la tuya, no la nuestra)
y me deslumbraron la oscuridad y
la sorpresa (breve latido de mar abierto en mi pecho)
y tu mano fue el último reducto
de la vida y de mi infancia,
de mi pasado y de tu risa,
de mi grito
de mi llanto
de todo el dolor en un recuerdo.
(ya sé para qué vine,
para caminar entre fantasmas)
en un sueño queda tu casa
(la nuestra)
convertida en útero de la maleza que
la parirá muerta.
no puedo salir del sueño
no puedo.
ojalá tu mano
sea un gran pájaro blanco*
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