publicado en "El Taller"
Pensó que nunca regresaría a aquella casa. La noche se apoderaba de la estación de trenes suburbana, donde permanecía sentada en medio de la bruma amarilla, único indicador del mar cercano. Dos días había viajado hasta llegar a ese páramo, y aún le quedaban otro tren y una noche para alcanzar el pueblo costero donde la esperaban la casa y sus fantasmas.
Se encendieron algunas luces en el andén, que destacaron aún más el amarillo de la niebla. Siempre sentada, perdida en otro espaciotiempo, menos páramo y más luz, sintió el aleteo del signo latente.
No debía volver, no debía.
Lila entonces se levantó, dejó en el banco nocturno el equipaje cargado de recuerdos y tempestades, respiró profundo para acercar el olor de la maleza que abrazaría la casa cada vez más lejana, cruzó su bolso en bandolera y abandonó la estación.*
No debía volver, no debía.
Lila entonces se levantó, dejó en el banco nocturno el equipaje cargado de recuerdos y tempestades, respiró profundo para acercar el olor de la maleza que abrazaría la casa cada vez más lejana, cruzó su bolso en bandolera y abandonó la estación.*
pintura* Marc Rothko