A las seis horas de una tarde blanca, Lila caminaba mil calles flameantes.
Al cruzar la plaza, brillante de primera luna y crepúsculo, vio un hombre azul sentado en un banco. Tenía en sus manos un libro de poesía.
Lila vio en su color un signo y se sentó en silencio, a su lado.
Las mariposas son de primavera, leía el hombre.
No, hablaron Lila y su pensamiento, las mariposas de mi patio eran de verano. El hombre azul cerró su libro y la miró. De sus ojos volaron pájaros de papel.
Al entrar a su casa, atravesando el pasillopatio, cuidadoso de sombras, un pájaro de papel, de papel de libro de Omán, cayó a los pies de Lila. Ella lo levantó, abrió la puerta, encendió la luz, entró a la sala tibia y verde, y lo guardó en un cajón perfumado de sándalo, junto a una carta y a unos pétalos de jazmín.
foto* Michael Linder