jueves, 22 de julio de 2010

Nosotras, el patio y el cielo



Hubo un tiempo en que la felicidad eran su madre en la luz del invierno y las sábanas volándose al viento. En que la felicidad sabía a naranjas, olía a jazmines y sonaba a agua salpicada en la cara. Era la alegría suave de lo cotidiano, la alegría que simplemente se  fue corriendo como arena entre los dedos. Era un hilo fino, límite entre lo visto y lo entrevisto; visión de una pequeña que dormía en la casa del árbol, que leía en la sombra del patio y que miraba absorta el cielo azul del verano.
Hoy desde mi patio mira el cielo 
(parece que nuestras historias están escritas entre patios)

y se absorta en otros vuelos
(o tal vez los mismos).
Intenta recuperar la luz, atisba el olor de la tierra. Pero la luz es una cápsula oscura, que algún día, 
tal vez 
(sólo tal vez)
 brote de la semilla enterrada.
Entonces vuelve a mirar el cielo*




pintura* Marc Rothko