lunes, 5 de enero de 2009

Buscar la sombra



Había dejado su sombra en la arena, después de una tarde de extrañas visiones. Subió las escaleras que separaban la playa de la calle, y pisando suave se internó en la ciudad. Atravesó calles burbujeantes de los últimos calores del día, plazas plenas de frescura, y, guiada por el sol rojo del atardecer, llegó a su casa.
Alguien le dijo, alguno de los días siguientes, que la sombra no debía dejarse, que perder sombra era ganar soledades. Es apenas una historia, es un mito, pensó.
En los días sucesivos continuó con su vida. Nada fue ni mejor ni peor, pareció. Pero algo sin nombre crecía, algo tensaba sus mañanas, estiraba sus tard
es y prolongaba sus noches. Algo había de extraño en la casa y la calle. De a poco fue tomando ciertas decisiones, trabajar menos, leer menos, hablar menos, contar menos historias, tampoco escucharlas. Durante esos días se sintió más leve, no por eso más feliz. Olvidó sus mejores recuerdos y recordó sus peores olvidos. Sus mañanas se despoblaron de frescura, sus tardes de voces y aromas y sus noches de amor y de sueños. Ya no le importaron el rumor creciente del verano, el olor dulce del sándalo humeando, las letras con las que solía jugar, las palabras que acostumbraba usar. Estaba, por fin, sola.
Y en una tarde de verdes helechos y tierra mojada lo supo. Levantó la vista y buscó, se buscó. No estaba, su sombra no estaba. Todo el viento inundó su pecho, cegó sus oídos y nubló su voz. Quiso gritar y no pudo, quis
o llorar y no pudo, quiso llamar y no pudo. Sólo era ausencia, sólo era soledad. Y estalló la certeza del mito. Volveré a la playa, buscaré mi sombra, se dijo (y casi no se escuchó).
Decidió regresar de noche, por calles oscuras para no desesperar a su sombra abandonada. Iba acompañada de ciertos fantasmas.
Desde la vereda alta miró la playa. Allí abajo estaba su sombra agazapada. Bajó las escaleras, caminó por la arena fría y húmeda y la miró, se miró. Una ardiente luna azul fue testigo del reencuentro.
Desandó las calles andadas. La luna azul la acompañó en el regreso.