viernes, 3 de abril de 2009

El observador



"Basta ese instante fugaz, ese segundo perverso, para que se produzca el temido cambio de papeles y el
obervador pase a ser...el observado."

Merce, "Tras la ventana"
www.loscuentoscuentoson.blogspot.com


Un helado y gris mediodía del mes de julio, visitando a mis padres en Buenos aires, caminábamos, C. y yo, por las calles del barrio del Abasto. Ella y su cámara buscaban cierta pared que no encontraron. Yo, buscaba cierto patio que ya no existía. Entonces cambiamos nuestros puntos de observación. C. dejó de mirar paredes. Yo, dejé de mirar patios. Fue cuando nuestros ojos se elevaron y confluyeron en un mismo punto. Ventanas. Ventanas y cielo cada vez más cargado de lluvia, reflejado en las ventanas. C. puso a trabajar a su cámara, y yo miraba las nubes que mudaban de negras a plata en los vidrios cerrados. La ciudad dejó de existir, sólo perduraban las ventanas, y entre todas, una en particular. Era uno de los tantos ojos de un edificio circular, de oficinas, seguramente. A través de esa particular ventana, en la que se había instalado una nube, veíamos la vida que corría detrás de los vidrios. Éramos observadoras atentas y absolutas de lo que ocurría allí, a muchos metros de altura.
Y de pronto, un sobresalto, un arrebato, una presencia.
Un hombre, pequeño en la altura, de color de camisa celeste, nos miraba, tal vez desde hacía tiempo. Nuestras miradas se sostuvieron en un instante de rayo, y él nos saludó, alzando su jarro de café. C. rápidamente accionó su cámara, en el preciso instante en que comenzaba a llover. Una gota estalló sobre la lente, y, en el próximo click, el observador ya no estaba.


Foto* Celes