Abrió los ojos y deseó el mar. Fue su primer pensamiento, al despertar en la bruma de tensas horas de sueño y elásticos minutos de duermevela. El anhelo del mar no hizo más feliz a Lila esa mañana, ya que, como casi todas las mañanas, era día de trabajo.
Mientras se preparaba para salir, recordó la noche pasada. Noche de despertares momentáneos y violentos, y violentas caídas en abismos surreales. En esos abismos verdes se había encontrado con personas conocidas que le increpaban no recordaba qué. Y de pronto una frase trepó por la enredadera de su conciencia...*nunca supe por qué se fue...* .Y repicó y repicó, hasta en el momento de cruzar el bolso en bandolera y salir.
Lila guardó la llave en el bolso y caminó los pocos metros que la separaban de la parada del colectivo. Eran las siete de la mañana, como todas las mañanas. Miró hacia arriba y vio el cielo derritiendo en azul; ya tarda el día, ya es otoño, pensó Lila mientras subía al colectivo casi sin darse cuenta. Pagó su boleto y se sentó en el último asiento, sola, contra la ventanilla izquierda. Así, a las pocas cuadras, doblando a la derecha desde su izquierda vio el mar en el instante en que el sol lo peinaba y la luna aún vigilante daba un salto circense hacia las sábanasierras.
Lila pensó en leer, no, no tengo ganas, y recostó su cabeza contra la ventanilla mientras miraba el mar antes de una nueva vuelta a la derecha. Y de pronto fue la nada, los ojos abiertos sin ver, hasta que la parada de su trabajo le avisó que debía bajarse y entrar otra vez en el espaciotiempo cotidiano. Se incorporó de su asiento y pensó *nunca supe por qué se fue, si siempre está volviendo*.
Al descender, la luna aún hacía malabares en lo alto de un pino. Lila le sonrió y caminó hacia la doble puerta de cristal de su trabajo.
Hola chicos!
foto* Celes- www.atravesdelespejo.blogspot.com