Al descubrir, esa noche, que todos sus espantos eran hijos de la soledad, decidió volverse acuática.
Al día siguiente caminó descalza las calles húmedas de niebla de la urbanidad vacía. En su pelo cimbreaban algas y peces lunares la seguían.
Al día siguiente caminó descalza las calles húmedas de niebla de la urbanidad vacía. En su pelo cimbreaban algas y peces lunares la seguían.
foto*Berenika