Nuevamente subió aquellas escaleras y entró al cuarto (del que no había visto luz ni color) perfumado de luna y maderas. Como aquel día, se desnudó, se sentó en el borde de la cama y tocó con su dedo vegetal en la pared próxima e invisible, borrando algo que nunca sabremos (versos, tal vez).
Ahora lo fue reescribiendo en su cuerpo, en letras pequeñas, para nunca olvidar.
EsCrIbE vErSoS
eN sU cUeRpO
En LeTrAs
chiquitas*
foto* Tatjana Adizes